El soldado romano, labrador latino armado, era, en
general, un hombre pequeño, moreno grueso y robusto, que los trabajos del campo
hablan endurecido al trabajo. No se admitían además en el ejército sino a
hombres cuya robustez fuese probada, y el consejo de revisión que seguía al
enganche, era extremadamente severo Los soldados romanos mostraron notable
resistencia en las fatigas del servicio.
El juramento lo prestaban solemnemente, en presencia del
cónsul, los oficiales, tribunos y centuriones; después se daba lectura de él, a
los soldados, y llamado cada uno por su apellido, respondía o "Yo
también".
Roma debió su grandeza a las cualidades excepcionales de sus
primeros soldados.
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