martes, 19 de febrero de 2013

Marco histórico y geográfico de Roma

La Península itálica se encuentra situada en  el sureste de Europa, justo en el centro del Mediterráneo, hecho que facilitó el control que Roma ejerció en las tres riberas de su cuenca, la europea, la africana y la asiática.


Con una disposición longitudinal, la famosa bota  limita al norte con los Alpes,  al sur con el mar Jónico, al este con el mar Adriático y al oeste con el Tirreno.

Su relieve está dominado por dos cordilleras, al norte los Alpes que constituyen una barrera casi infranqueable que la separa de centroeuropa, y los Apeninos, cordillera de menor altura que recorre todo su territorio de norte a sur, pero con numerosos pasos naturales que facilitan la comunicación entre los dos mares.

El resto de la península está formado por llanuras y suaves colinas 
La costa es en su mayor parte baja y rectilínea por lo que escasean los puertos naturales, excepto en la Campania, al sur del Lacio.


Itaía física
Sus principales cuencas hidrográficas el Po al norte, el Arno en la Toscana y el Tíber en el centro, irrigan las fértiles vegas italianas.

La influencia marítima y la latitud determinan el dominio de un clima Mediterráneo de escasas lluvias, inviernos suaves y veranos calurosos, a excepción de la zona próxima a los Alpes, donde el clima tiende a la continentalidad.
La existencia de amplias llanuras y suaves colinas, junto con el dominio del clima mediterráneo y la falta de puertos naturales, explica que los romanos, a diferencia de los griegos, fueran un pueblo de campesinos y no de marineros. Se cultivaba principalmente cereal, vid y olivo,  en rotación con  hortalizas en las vegas de los ríos, donde también abundaban los frutales. Por el contrario, en las zonas más abruptas dominaba el pastoreo.
Respecto al subsuelo, el norte y el centro de Italia presentan ricos yacimientos de hierro, cobre, plomo y bronce, minerales que fueron la base de la civilización etrusca.

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